Vaya por delante que me he tomado una "licencia artística" a la hora de titular esta entrada porque, ni el cuadro es un Dalí original -¡qué más quisiera yo!- ni en mi casa tengo un salón, sino más bien un modesto comedor que es como nuestro pequeño rincón de reunión y descanso al llegar a casa. En cualquier caso, como este ha sido un cuadro en el que he invertido tanto tiempo y tanta paciencia, no he podido evitar ofrecerle el mejor lugar de la casa para exponerlo y disfrutar de él como si de un verdadero Dalí se tratara.
Y no es para menos: varios meses de puntadas intermitentes y a horas intempestivas, múltiples combinaciones de hilos de tonalidad azul (¡nunca imaginé que un color pudiera tener tantos matices!) y algún que otro traspiés que me obligó a deshacer parte de la labor cuando estaba a media ejecución, acabaron convirtiéndose en este cuadro para el que hemos reservado el mejor sitio de nuestro comedor:
Afortunadamente, he quedado gratamente satisfecha con el resultado, y no sólo por el trabajo en sí sino porque me recuerda al pequeño cuadro que desde niña siempre he visto en casa de mis padres y a nuestra última visita a Figueras, hace ya un par de años, durante la cual tuvimos ocasión de imbuirnos de todo el espíritu daliniano. Pero nuestros avatares y descubrimientos durante aquella visita quedarán para una futura y ¿próxima? entrada.
Qué maravilla Lourdes!!
ResponderEliminarYa era hora!
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