Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







miércoles, 9 de marzo de 2011

Menos mal...

Ha pasado más de una semana desde la última vez que "hablamos" y han pasado muchas cosas. Ha pasado el Carnaval (¡menos mal!), una fiesta que hemos celebrado en el "cole" (versión mosquetero) y en la calle (versión zorro) con un frescor primaveral que, por añadidura y por el capricho del niño de querer lucir su disfraz, le ha regalado a Martín un generoso constipado.

También ha pasado el Día Internacional de la mujer trabajadora y celebro que haya pasado porque me cuesta comulgar con este tipo de celebraciones. No concibo que se tenga que destacar un día concreto en el calendario para certificar los esfuerzos y los avances de la mujer en uno u otro ámbito. Desde mi modesto punto de vista, siempre profano, tener que reivindicar como especial lo que no debería serlo no hace sino poner piedras en el camino de la evolución a una situación más justa e igualitaria.

Y en tercer lugar, también ha pasado el partido de fútbol de anoche en el que el Barça debía jugarse algo importante, a tenor de cómo estaban las calles en el entorno próximo al Camp Nou (perdóneseme la ignorancia y la desidia por todo lo relacionado con el deporte rey, pero mis inquietudes van más allá de ver a un nutrido grupo de hombres en pantalón corto corriendo tras un balón). Gracias a tan "fabuloso" evento Martín y yo tuvimos la ocasión de disfrutar de un largo y distendido viaje en autobús desde la Diagonal a Collblanc (línea 12, de L'Hospitalet), un paseo de una media hora caminando que nos llevó casi el doble. Y todo porque (como si no tuviera días la semana) no se me ocurrió nada mejor que aprovechar la tarde de gestiones de ayer para ir a la tienda Nespresso a reponer las cápsulas del café que me tiene enviciada. En fin... lo dicho: que menos mal que ya ha pasado.

Retomando el tema del fútbol... menos mal (de nuevo) que Martín no muestra un excesivo interés por este deporte y que la mayoría de las veces sólo se entera de que han marcado un gol cuando oye las celebraciones del resto. Y digo menos mal porque, pese a lo profano de su conocimiento, defiende con valentía que es del Barça, lo mismo que Carlos defiende su postura de ser del Real Madrid. Es decir, que en casa tenemos la representación de la consabida pugna entre las aficiones culé y merengue aunque, afortunadamente, hasta ahora no ha llegado la sangre al río.

En este entorno de afición futbolera me decidí a bordarles a ambos los escudos de sus equipos a punto de cruz en unos pequeños cuadritos a los que hace tiempo que no veo ni para quitarles el polvo (es decir, que no sé dónde los han puesto).
 

Se trata de dos trabajos pequeños que en su momento me sirvieron para dos cosas: distraerme un rato con una labor sencilla y obsequiarles con un pequeño detalle que les hiciera comprender que, incluso cuando me dedico "a mis cosas", como ellos le llaman, también los tengo presentes.

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