Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







martes, 27 de diciembre de 2011

Por Navidad, un calendario

Este año, por Navidad, quería regalar un "detallito" original (y a ser posible de manufactura propia) a la familia y la verdad es que, a pesar de llevar mucho tiempo pensando en el tema, las ideas no estaban por la labor de ayudarme en mi empeño y brillaban por su ausencia. Finalmente, y no sé si por intercesión divina o porque el tiempo se me echaba encima y no le dí más tregua al tema, acabé ideando un calendario del 2012 con fotografías de los primeros 10 años de Martín, que el año que viene cumplirá precisamente una década de vida:




Lo que no me imaginé cuando empecé fue el trabajo que me iba a dar el dichoso calendario, porque no sólo se trataba de "bucear" en el álbum digital para seleccionar las fotos más representativas del niño, sino que después había que recortarlas, ponerles texto, elegirles un fondo adecuado y adaptarlas al espacio disponible, haciéndolas cuadrar con el propio calendario, para después imprimir y plastificar las hojas una a una antes de colocarlas en los soportes que (¡bendito Ikea!) me había "agenciado" hacía unos días. ¡Y todo esto en casa, a escondidas y a horas intempestivas!

En fin, pese al trabajo de chinos, pese a las limitaciones "técnicas" y pese a ser la primera vez que me metía en semejantes berenjenales, el resultado me pareció altamente satisfactorio...



...y ahora tanto los abuelos como los tíos de Martín lo tendrán, día a día, aún más presente si cabe... aunque él, por sí solito, ya se hace notar.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Centro de Navidad

"Rozando el larguero" del tiempo, y ya en plena tarde de Nochebuena, por fin conseguí tener a punto el centro de Navidad cuyo diseño hacia unos días que me rondaba por la cabeza. En honor a la verdad tengo que decir que la idea la tomé "prestada" de un centro decorativo que ví en casa de Sonia durante nuestra última visita, así que como mínimo vamos a agradecérselo desde aquí.

Pues bien, con la premisa de esa idea más una pecera redonda de cristal que dormía el sueño de los justos en un armario, una capa de fina arena blanca, una gran vela aromática de color naranja, unas pequeñas bolas de Navidad y unas ramitas de canela atadas con un rústico cordón, me puse manos a la obra y salió el artístico centro de Navidad que ahora decora el recibidor de casa.

Este es el centro visto desde arriba:


Y aquí visto de frente, si bien en este caso he "decorado" la fotografía con el marco mas idóneo que he podido encontrar para las fechas en las que estamos:



¿Quién ha dicho que no se puede ser original en esta época de crisis?. A la vista está que con algunos objetos cotidianos, un poco de tiempo y algo de inventiva podemos hacer que nuestra casa luzca en Navidad sin tener que dejar temblando la tarjeta de El Corte Inglés.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Desayuno con diamantes

Se lo debía. Nos conocemos desde hace la friolera de 21 años y hemos vivido muchas cosas juntas. Pero aún no le había regalado ninguno de mis cuadros, de esos que hago con la perspectiva puesta en cada uno de sus destinatarios. Y -obviamente- al final me lo "recordó", cargada de razón.

El tema está en que cuando me planteo hacer un cuadro para alguien concreto siempre trato de acertar con la temática del mismo, relacionándola con su edad, su vida o sus inquietudes. Por ejemplo, nada mejor que un cuadro clásico o un cestito de flores para la abuela (mi madre), o un desnudo para el dormitorio de mi hermana, o una obra de Miró para mi hermano, o cuadros de temática rural para la casa del pueblo y para mi cuñado, granjero de profesión.

Pero con Sonia no acababa de tenerlo claro y me lo planteé sin éxito muchas veces, hasta que por fin ví esta entrada de croissants caseros en su blog de cocina y recordé que tenía un esquema del cuadro perfecto para ella: el retrato de la espectacular Audrey Herpburn en su papel protagonista de la película Desayuno con diamantes. Así que me puse manos a la obra y este ha sido el resultado:


 
Espero que le haya gustado y que pueda reservarle un huequecito en su pequeño rincón particular. Y, eso sí, la reto a que me invite a desayunar en su nueva casa uno de esos exquisitos croissants... aunque sea sin diamantes.

martes, 13 de diciembre de 2011

Un Dalí en mi salón

Vaya por delante que me he tomado una "licencia artística" a la hora de titular esta entrada porque, ni el cuadro es un Dalí original -¡qué más quisiera yo!- ni en mi casa tengo un salón, sino más bien un modesto comedor que es como nuestro pequeño rincón de reunión y descanso al llegar a casa. En cualquier caso, como este ha sido un cuadro en el que he invertido tanto tiempo y tanta paciencia, no he podido evitar ofrecerle el mejor lugar de la casa para exponerlo y disfrutar de él como si de un verdadero Dalí se tratara.

Y no es para menos: varios meses de puntadas intermitentes y a horas intempestivas, múltiples combinaciones de hilos de tonalidad azul (¡nunca imaginé que un color pudiera tener tantos matices!) y algún que otro traspiés que me obligó a deshacer parte de la labor cuando estaba a media ejecución, acabaron convirtiéndose en este cuadro para el que hemos reservado el mejor sitio de nuestro comedor:


Afortunadamente, he quedado gratamente satisfecha con el resultado, y no sólo por el trabajo en sí sino porque me recuerda al pequeño cuadro que desde niña siempre he visto en casa de mis padres y a nuestra última visita a Figueras, hace ya un par de años, durante la cual tuvimos ocasión de imbuirnos de todo el espíritu daliniano. Pero nuestros avatares y descubrimientos durante aquella visita quedarán para una futura y ¿próxima? entrada.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Halloween 2011


Como seguramente recordará quien habitualmente lea este blog, la etapa educativa de Martín (y la de tantos otros niños de su edad) viene marcada plenamente por la tan traida y tan llevada teoría de la interacción, acertado e intelectual vocablo con el que desde la escuela quieren hacernos partícipes a los padres de las tareas manuales de los hijos. Resumiendo: cuando llega cualquier fecha significativa somos los padres, en escueta colaboración con los hijos, quienes debemos mostrar todas nuestras habilidades en el complejo mundo de los trabajos manuales.

Y como no podía ser menos, este año también nos tocó sacar partido de nuestras neuronas para idear la manualidad conmemorativa de Halloween, trabajo que debía tener como protagonista indiscutible a la castaña. Difícil papeleta la nuestra: ¿cómo idear algo original con un fruto tan simple -y tan pequeño- como una castaña?. A las puertas del colegio fueron muchos los padres y madres que enseguida pensaron en salvar la papeleta fabricando un muñeco a base de castañas, pero nosotros queríamos ser algo más originales e innovadores y optamos por hacer un móvil donde cada una de las castañas fuera, en sí misma, un personaje.



El primer problema que se nos planteó fue el del transporte y posterior exposición del "artefacto" en cuestión. Necesitábamos idear la forma en la que el móvil pudiera estar expuesto durante unos días en su correcta posición, es decir, colgado, y a la vez era imprescindible facilitar su transporte hasta el colegio porque era Martín quien tenía que llevarlo. Con estas premisas, y gracias a la pericia de Carlos y a la infraestructura de su taller, logramos fabricar una base de madera maciza con ruedas de la cual surgía una especie de mástil vertical sobre el que colgar el móvil.

Sorteado ese pequeño escollo, nos pusimos manos a la obra y, entre telas, pegamentos, gomets y rotuladores, nos pasamos la tarde del domingo disfrazando castañas de los más diversos personajes acordes con la festividad de que se trataba: brujas, murciélagos, arañas, gatos negros, calabazas, fantasmas y vampiros.

Y éste fue el resultado final, en vista panorámica:


...y en detalle:


Afortunadamente -y aunque sólo fuera como justa reciprocidad por el tiempo invertido- recibimos las felicitaciones del profesorado del centro. Ni que decir tiene que eso ya compensó con creces nuestra dedicación a la manualidad aunque, para ser sinceros, cada vez nos gusta más esa especie de sana competición que se establece ante cada nuevo reto escolar. Es como si, por unos momentos, dejáramos a un lado nuestros 40 años bien cumplidos y volviéramos a ser los niños que fuimos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

¡Ya llega la Navidad!

¡Bueeeeeeeeeeeno! ¡Ya estoy aquí de nuevo!. Siguiendo las sugerencias de mis seguidores (que tampoco son tantos, no vayamos a engañarnos) hoy he decidido retomar el tema del blog que tenía ya un tanto olvidado. Como quien no quiere la cosa,  hemos pasado del calor que reinaba en la fecha de mi última entrada al frío helador de esta tarde de diciembre (¡qué rapido pasa el tiempo cuando se cruza la barrera de los 40!) y la verdad es que ya tocaba que publicara algo nuevo.  Y es que al final, tanto escuchar el famoso "hace tiempo que no actualizas el blog" ha acabado dando su fruto. Y que conste que no es por desidia ni desinterés, ni por falta de cosas que publicar, sino más bien por la tan socorrida explicación de la falta de tiempo. En fin... si sirve de algo, prometo enmendar la inactividad con alguna entrada de tanto en tanto a partir de ahora.

Pues bien, como si del turrón El Almendro se tratara, vuelvo "a casa" por Navidad con el último de mis trabajos, que no es otro que el adorno navideño que he hecho para dar la bienvenida desde la puerta de casa en estas fechas tan significativas.



Realmente, y aunque no lo parezca, el dibujo protagonista estaba inicialmente concebido para ser la cenefa de un trapo de cocina pero, sinceramente, teniendo en cuenta lo que cuesta hacer estas cosas ¿a quién se le debe haber ocurrido plantearse el ponerlo en un trapo de cocina que acabará limpiando lo que no está escrito?. Así que me tomé la licencia de variar su uso y me las compuse para hacer este pequeño trabajito de rápida y entretenida ejecución que se ha convertido desde hoy en nuestro primer adorno navideño de este año.


miércoles, 22 de junio de 2011

Dos cuadros para dos hermanos

¡Por fin! Después de darle muchas vueltas, de cogerlo y dejarlo en multitud de ocasiones y de algún que otro percance a la hora de enmarcarlo, por fin he acabado el cuadro que estaba haciendo para mi hermano. ¡E incluso lo he acabado a tiempo para dárselo como regalo de santo!. Se trata de una réplica del famoso cuadro de Joan Miró "Mujer, pájaro y estrella", y lo elegí porque me pareció sencillo en cuanto a ejecución (es relativamente pequeño, muy colorido y con grandes espacios del mismo tono) y porque me "encajaba" bastante bien con el "pisito" de mi hermano.

Este ha sido el resultado final:


Pero éste no ha sido el único cuadro que he hecho para mis hermanos. Hace un par de años bordé uno para mi hermana de temática absolutamente distinta, un desnudo en tonos sepia que desató mis dudas mientras lo iba bordando (porque no acababa de apreciar el juego de sombras de los diferentes colores) pero que acabó sorprendiéndome gratamente una vez enmarcado. Al final, lo encontré ideal tanto para la destinataria como para su casa:


Ahora sólo me falta hacer el cuadro para el último de mis hermanos pero para acometer ese trabajo creo que aún tengo tiempo... al menos, todo el tiempo que a él le falta para tomar la decisión de independizarse porque -digo yo- tendré que ver la que sea su casa para saber qué cuadro encaja mejor, ¿no?  ;)

domingo, 19 de junio de 2011

La familia y uno más

¡Hoy hemos inaugurado oficialmente nuestra temporada de playa 2011!. La verdad es que no hemos elegido el día más idóneo, porque la mañana se ha levantado bastante nublada. Incluso Martín, en un arranque de perspicaz inocencia, se preguntaba por qué cuando él va al cole siempre hace calor y los fines de semana hace mal tiempo. Reconozco que yo también me lo he preguntado muchas veces...

Al final hemos aprovechado la primera incursión marina de la temporada para dar un poco de color a nuestro aspecto lechoso e invernal... y para incrementar la familia: un intrépido cangrejo que merodeaba entre nuestras toallas y que no sabía dónde se metía ha cambiado de domicilio para venirse a vivir con nosotros. Es decir, que ahora somos la familia y uno más, y teniendo en cuenta que ya tenemos dos gatas, dos peces, dos hámsters y ¡un caracol! no sé si montar un zoo en casa o ceder el piso para la grabación de los próximos capítulos de Bob Esponja.

Aquí os presento a nuestro nuevo amigo:




¿A que impresiona en este primer plano?. Pues para que os hagáis una idea del tamaño real del animalito en cuestión, aquí os lo muestro en compañía de un muñeco de Bob Esponja de los que regalan los huevos Kinder:




Lo dicho: de aquí a "Fondo de Bikini", un paso. Ahora sólo nos falta ponerle nombre. Se admiten sugerencias...

jueves, 2 de junio de 2011

Conxuro da queimada

Esta tarde he estado "marujeando" con mis compañeras de trabajo. Es lo que suele pasar cuando varias mujeres de una misma edad, con situaciones, preocupaciones y responsabilidades similares, se juntan durante un rato de ocio: que acabamos "arreglando el mundo" y hablando de las más diversas cuestiones en un intento de evadirnos de la ajetreada vida que nosotras mismas nos hemos impuesto.

En concreto, esta tarde le "sacamos punta" a un programa de televisión que vimos anoche en Antena 3 y que bajo el título Mi casa es la mejor  presentaba las disparatadas situaciones en las que cuatro personas que no se conocen entre sí muestran sus viviendas por turnos al objeto de determinar entre ellos cuál es la mejor casa. Después de criticar al programa en cuestión desde todas las ópticas pobibles, acabamos enlazando el tema con la circunstancia que se le presenta a una de mis compañeras para este fin de semana: celebra en su casa una reunión entre amigos con cena incluida y quiere obsequiarlos con algún detalle.

La verdad es que yo no he podido ayudarla mucho porque mi vida social es bastante reducida, pero le expliqué cómo era el detallito que regalé en la última cena que celebramos en casa. Fue el año pasado, cuando regresamos de nuestras vacaciones de verano en Galicia cargados con los típicos productos del pueblo y pensamos en compartirlos con un pequeño grupo de amigos organizando en casa una cena "a la gallega". No faltaron la empanada, los pimientos de Padrón, el queso de tetilla, la zorza, los chorizos caseros, el pan de pueblo, el vino albariño... y, a modo de servilletero, unas tarjetitas cuadradas hechas en papel pergamino con el Conxuro da Queimada escrito en castellano y en gallego:



Fue un detallito sencillo, rápido de hacer y de bajo coste, adaptable a cualquier otro tipo de texto o dibujo y bastante apropiado para el tipo de cena que organizábamos. Espero que a mi compañera le haya servido de algo mi sugerencia... en nuestra próxima sesión de "marujeo" seguro que me pone al corriente.

miércoles, 1 de junio de 2011

Heidi

Lo reconozco: yo también he sucumbido al embrujo del "manga". Y sin ser consciente, que es lo más grave. Fue hace unos años (tampoco muchos) cuando mi hermano pequeño me aleccionó en el asunto y me explicó que series infantiles de los años '70 como Heidi o Marco fueron las primeras manifestaciones del multitudinario fenómeno "manga" de hoy en día, el mismo que cada otoño reúne en La Farga de L'Hospitalet a miles de personas en busca de algo (no sé muy bien qué) en relación a este género literario, artístico y cinematográfico.

Y es que si hubo una serie de dibujos animados que marcó mi infancia desde bien pequeña esa fue, sin lugar a dudas, Heidi. Sí, yo fui una de aquellas niñas que esperábamos con impaciencia nuestra parcela de televisión de cada sábado, entre el Telediario de "La 1" (la única cadena que existía entonces) y la película de la tarde (generalmente del oeste), para recrearnos con las aventuras de una niña que vivía en una montaña de los Alpes con su abuelo y que contaba entre sus amigos con una niña ciega, un pequeño cabrero llamado Pedro y un puñado de cabras. Y fue entonces cuando quise dormir en un colchón de paja, cuando odié a la "señorita Rotenmeyer", cuando lloré con la milagrosa curación de Clara que por fin pudo caminar, y cuando me creí a pies juntillas que los pequeños panecillos de pan de Viena, redondos y tiernos, que mi madre me compraba en la panadería del barrio eran los mismísimos panecillos de Heidi.

Tanto me marcó esta serie que guardo fotografías familiares de mi niñez en las que aparezco con el cuento de Heidi en las manos. Y no sólo eso sino que atesoro entre mis objetos de recuerdo una colección de discos de vinilo pequeños (los famosos "singles") que me regaló un amigo de mi hermano mayor y en los que se narra la serie, como si fuera una radionovela de las de la época...


...y también guardo otro disco con la banda sonora de la serie que en el reverso de su funda lleva escrita la letra de las canciones ("Abuelito dime tú" y "Oye") para que las fans incondicionales de la serie pudiéramos aprendernoslas:




Pero hay más... mi hermano pequeño, con ocasión de un viaje que hizo a Japón hace un par de años, recordó mi obsesión por la niña de los Alpes y me trajo de tierras niponas un "colgantito" decorativo para el móvil con la figura de Heidi...



...y un diaporama (creo que se llama así) donde se recrea la típica escena de la serie en la que niña y abuelo comen al calor de la lumbre en compañía de Niebla...


Obviamente, ambos detalles forman parte de los objetos de culto que decoran las estanterías de mi biblioteca y que aún no han sucumbido al interés de Martín. De hecho, ni la propia serie (que también guardo en formato DVD) ha llamado su atención. Claro que las posibilidades de elección de los niños de hoy en día en cuanto a consumo televisivo se han multiplicado hasta límites ni siquiera intuidos en los años '70.

martes, 31 de mayo de 2011

Vals vienés

De un tiempo a esta parte he conseguido que Carlos deje a un lado sus reticencias a viajar al extranjero. Hasta ahora era de los que pensaban que no se puede conocer lo ajeno sin antes conocer lo propio y en parte entiendo su posición porque en España hay multitud de sitios que bien merecen una escapada. Por contra, yo siempre he sido de las que piensan que ese tipo de salidas que están más al alcance de la mano, es mejor proyectarlas para un futuro más o menos lejano, por ejemplo dentro de las promociones del Imserso, cuando las piernas y las fuerzas nos pongan más límites (si para entonces sigue existiendo el Imserso, claro está...). 

Dentro de esta dinámica por fin consensuada, el año pasado, y sin pensárnoslo demasiado, nos enrolamos en un viaje organizado de 10 dias gracias al cual pudimos conocer parte de Centroeuropa. Hasta entonces, todas nuestras salidas se limitaban a conocer una ciudad concreta durante algo menos de una semana, pero nuestras limitaciones con el inglés (aprenderlo es mi perpetuo propósito cada nuevo año) hicieron que nos decantáramos por acudir a una agencia. Y así fue como contratamos un viaje de 10 dias gracias al cual pudimos conocer parte de las maravillas que esconden ciudades como Viena o Praga.
Viena fue la primera ciudad que visitamos y lo hicimos de la mano de Peter Scheiber, un guía local vienés rubiales y particularmente simpático, que nos explicó multitud de anécdotas de palacio y consiguió convertir las a veces pesadas visitas turísticas en un paseo entre amigos:



Por si alguien tiene previsto viajar a la capital austríaca y quiere disfrutar de su vasto conocimiento de los entresijos de la corte, dejo aquí el enlace a su web http://www.wienguide.net/es/guialocalviena.php .

Nuestro periplo vienés tuvo como primera parada el Palacio Schöbrunn, edificio que fue en su día la sede de gobierno más conocida de los Habsburgo y que años más tarde fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Sus preciosos jardines, lujosos aposentos y magníficas y enormes instalaciones consiguen trasladar al visitante al momento de mayor esplendor de la monarquía austríaca. Durante la visita, Peter nos contó multitud de anécdotas de la reina Mª Teresa y su corte, historias que desde aquí dejo en incógnito para no restar emoción a la visita de futuros turistas.

Dejando aparte las curiosidades del lugar, el Palacio Schöbrunn se presentó ante nosotros con todo su esplendor y dimensión, tal y como se muestra a través de estas fotografías de su imponente fachada...



...sus detalles ornamentales...



...y sus imponentes jardines, presididos desde lo alto por un gran arco de triunfo...


Pero el Palacio Schöbrunn no fue el único edificio regio que tuvimos ocasión de contemplar. Dentro de la visita panorámica a la ciudad de Viena que teníamos incluida en nuestro viaje, nos llevaron a visitar otro palacio de magnífica factura: el Palacio Belvedere. Bien... realmente no se trata de un palacio sino de dos, Belvedere Superior y Belvedere Inferior, dispuestos a diferentes alturas y unidos a través de amplios jardines de estilo francés, que fueron construidos como residencia de verano de los monarcas.

El Palacio Belvedere Superior se encontraba en obras y el estanque que lo preside estaba vacío, de ahí que no pudiéramos tomar la típica fotografía turística del edificio reflejado en el agua. En cualquier caso, y pese a las obras, queda claro lo monumental del mismo, no sólo desde la misma entrada forjada en hierro y custodiada por leones:



...sino también en la perspectiva general de toda su fachada...




...en los detalles de su construcción...


...y en los amplios y cuidados jardines que circundan todo el complejo Belvedere:




A parte de las magníficas vistas que se pueden contemplar desde allí, en el interior del Palacio Belvedere se puede apreciar una impresionante colección de pinturas que, entre otras, muestra la conocida obra de Gustav Klim El Beso y que, obviamente, no vimos porque en aras a la "paz familiar" casi siempre descartamos las visitas a museos en nuestros viajes.

Pero los Jardines Belvedere nos guardaban otra "atracción turística": según la tradición, el que quiera regresar a Viena debe tocar el seno de una de las esfinges que decoran el jardín. Como aventajados alumnos cumplimos con el ritual por aquello de favorecer nuestra vuelta a la ciudad blanca, no sin antes dejar constancia del deterioro que sufre la estatua gracias a la intención de otros miles y miles de turistas de hacer lo mismo:






Por la tarde, iniciamos nuestro periplo turístico ante la imponente fachada del Parlamento austriaco...



...para continuar visitando el Palacio Imperial de Hofburg, el castillo más grande de la ciudad de Viena, tan espectacular como el resto de edificios que habíamos ido conociendo...






...y que alberga en su interior el museo dedicado a la Emperatriz Isabel de Wittelsbach, más conocida como "Sissi", cuya presencia se evidencia en cada una de las estancias de palacio, por no decir en toda Viena...




Salimos del Palacio Hofburg después de adentrarnos tímidamente en la nostálgica vida de Sissi y continuamos caminando por las inmediaciones del palacio hasta llegar al monumento dedicado a otra de las relevantes mujeres de la historia austriaca, la Reina Mª Teresa, escultura de bronce cuya pose evidencia por sí sola el poder de la soberana:





Desde allí continuamos hacia los jardines Burggarten, adyacentes al Palacio Hofburg, donde está ubicado el monumento dedicado a Mozart en un entorno especialmente bien cuidado y respetado:



A unos minutos de allí encontramos el edificio del Teatro de la Ópera. Peter nos ofreció la posibilidad de realizar una excursión para conocer el interior del edificio y acudir a una representación operística, pero descartamos la invitación por temor al aburrimiento de Martín y nos contentamos con echar un vistazo a su exterior...



Cerca del edificio de la Ópera disfrutamos de uno de los momentos más placenteros de nuestra visita a Viena: en la terraza del céntrico, lujoso y reconocido Hotel Sacher, a la sombra de un toldo, viendo pasar la gente por una de las calles más comerciales del centro de Viena, nos tomamos un exquisito capuccino acompañado de un pedacito de la tradicional tarta sacher... La fotografía no le hace justicia porque tengo que decir que estaba realmente ¡espectacular!...



...tanto es así, que decidí poner la fotografía de la tarta sacher como cabecera de este blog, por certificar de forma gráfica lo que puede ser uno de los dulces y agradables momentos con los que, a veces, te obsequia la vida:


El resto de la tarde, antes de regresar a nuestro hotel en busca del merecido descanso, la pasamos callejeando, mirando escaparates y deleitándonos con el ambiente musical que se respira por toda Viena, en especial Martín, que tiene verdadera obsesión por los músicos callejeros y que no perdió detalle de la actuación de un grupo de intérpretes que hacía música con objetos tan inverosímiles como un serrucho:



Nuestro segundo día en Viena amaneció particularmente nublado. Peter ya nos lo había advertido: ni siquiera en agosto puede estar uno seguro del reinado del sol más allá de unas horas. Pero ni el frío ni las nubes amenazantes cargadas de agua nos desmotivaron para aceptar la sugerencia de nuestro guía, por lo que nos dispusimos a disfrutar de un pequeño crucero turístico por el Danubio con interesantes visitas incluidas.

Desde Viena hicimos un corto recorrido en autocar que en algo menos de una hora nos llevó a la "coqueta" ciudad de Dürnstein, situada en la Baja Austria, en la zona de Wachau. A lo largo de un pequeño paseo, bajo la incipiente lluvia, descubrimos la arquitectura de la zona...





...nos paseamos por las típicas tiendas de souvenirs...



...y fotografiamos sitios y detalles pintorescos como esta curiosa forma de dar entrada a una zapatería, que recuerda la vestimenta de los personajes de los cuentos clásicos...


...o este colorido souvenir que llamó la atención de Martín y que, pese a que pueda parecer lo contrario, ¡eran lápices de colores de verdad!...


Finalizada nuestra excursión por Dürnstein, nos embarcamos en el pequeño barco turístico que nos permitiría surcar las aguas del Danubio. Lo primero que podemos certificar es que el Danubio sólo es azul en el título del famoso vals de Strauss. Por contra, en su realidad más empírica, el río viste un color entre verdoso y chocolateado que le resta parte de su romanticismo, tal y como pudimos comprobar desde la cubierta del barco...





Desde el barco, a lo lejos, en lo alto de las colinas de viñedos que circundan la ciudad, descubrimos las ruinas del Castillo de Dürnstein en el cual el Rey de Inglaterra, Ricardo I "Corazón de León", fue encerrado durante más de un año tras ser apresado acusado de traición:




Finalizado el pequeño crucero, nuestro autocar nos esperaba para llevarnos hasta Melk, donde teníamos previsto visitar la abadía del mismo nombre, y cuya impresionante biblioteca fue fuente de inspiración para Umberto Eco a la hora de escribir su famosa novela El nombre de la rosa. A esta visita, y en especial a la biblioteca de la abadía, ya dediqué una entrada en este blog semanas atrás y a ella me remito ahora en aras a evitar duplicidades en la explicación (El nombre de la rosa). Quizá solo cabe añadir aquí las fotografías del exterior de la abadía, a la que se accede a través de un arco que da a un patio presidido por la artística torre del reloj...




...del interior de la iglesia, profusamente decorada con pinturas en un perfecto estado de conservación...




...y de las vistas de un Danubio poco azulado bajo la niebla que empezaba a caer a mediodía...



...niebla que nos dió una tregua de media hora para comer -en el jardín de un establecimiento cercano- el picnic que nos habían preparado en nuestro hotel...


La tarde, a pesar del mal tiempo, fue de Martín. Normalmente siempre dedicamos parte del tiempo de nuestros viajes a alguna actividad lúdica que represente un esparcimiento para el niño: un parque de atracciones, una tarde en la bolera, una excursión diferente... y es que tratamos de que el recuerdo que él guarde de los viajes sea algo más que la visita a monumentos.

En esta ocasión la actividad "divertida" tuvo lugar en el Prater, el mayor y más conocido parque de atracciones vienés donde se ubica la famosa Wiener Riesenrad, la Noria Gigante de Viena, que supera los 60 metros de altura y que gira lentamente ofreciendo un viaje digno de recuerdo.

Desde luego, el aparato en cuestión es enorme visto tanto desde lejos...


...como desde una perspectiva más cercana...


...sobre todo teniendo en cuenta que cada una de sus cestas o cabinas tiene capacidad para varias personas y que desde su punto más elevado ofrece unas de las mejores vistas de la ciudad de Viena...



...y del propio parque de atracciones, cuyos visitantes, cuales hormigas, tan sólo se intuyen desde las alturas:



El único problema que le encontré a este parque de atracciones fueron sus dimensiones: con más de 250 atracciones de los más diversos temas y estilos Martín tenía demasiadas "tentaciones" en las que "invertir" el dinero, tanto es así que tuvimos que consensuar un límite de gasto y, lo que no era menos importante, una hora prudente a la que regresar al hotel después de un ajetreado día de turismo.

El tercer día de nuestra aventura vienesa se inició con la visita a la Catedral de San Esteban, o Stephansdom, ubicada en el centro neurálgico de la ciudad y símbolo religioso más importante de la ciudad de Viena. Sus dimensiones no nos permitieron obtener una fotografía de conjunto, pero en los exteriores del templo tuvimos ocasión de apreciar los detalles de su arquitectura gracias a una maqueta de bronce situada en su fachada posterior. En esta réplica del monumento se aprecia la impresionante torre en forma de aguja, llamada coloquialmente "Steffi", que con sus 137 metros de altura se divisa desde diversos puntos de la ciudad, y a la cual se puede subir después de sortear los más de 300 escalones de su angosta escalera de caracol:



Y es que esto es lo que tiene la dura vida de turista, que tras ascensiones duras como las de la Catedral de San Esteban, se obtienen recompensas en forma de magníficas vistas como éstas, en las que se aprecia todo el esplendor de la ciudad...



...y en particular el Tejado de los Azulejos, situado en la parte posterior de la catedral y formado por más de 250.000 azulejos colocados en forma de grecas:



Pero no todo fueron vistas desde las alturas... también visitamos el interior del templo, que alberga las sepulturas de gran parte de los miembros de la familia de los Habsburgo y que fue el lugar donde Mozart contrajo matrimonio y donde posteriormente se llevó a cabo su funeral...


...y el púlpito exterior dedicado a San Giovanni da Capestrano, considerado el "Santo de Europa":


Después de visitar la Stephansdom eran ya pocas las horas que nos quedaban para acabar de disfrutar Viena antes de emprender camino hacia Praga, nuestro siguiente destino vacacional. Por eso, sin mayor dilación, dirigimos nuestros pasos hacia la Karlskirche, o Iglesia de San Carlos Borromeo, a la que acudimos por dos motivos principales: el primero, por ser la iglesia barroca más famosa de Viena y el segundo porque Carlos quería ver "su" iglesia (es decir, la iglesia del santo por el cual lleva el nombre.

La Karlskirche combina diferentes estilos: la fachada central representa un pórtico griego, las columnas situadas a ambos lados de la entrada son de inspiración barroca y sobre la entrada domina una gigantesca cúpula:


En la fachada del templo destacan  las dos columnas que se alzan por encima de la propia altura del edificio y que, inspiradas en la Columna Trajana de Roma, presentan una decoración con relieves en espiral que recogen escenas de la vida de San Carlos Borromeo y que, en particular, se dedican a la constancia (columna de la izquierda) y al valor (columna de la derecha):


El interior de la iglesia está profusamente decorado con motivos barrocos...


...si bien lo que más llamó nuestra atención fueron los frescos en los que se representa a la Virgen María amamantando al niño Jesús (¡hasta ahora nunca habíamos visto a las imágenes en esta pose!):



Tras nuestra corta visita (el tiempo apremiaba y no daba para más), dejamos atrás la Iglesia de San Carlos Borromeo y nos encaminamos hacia la Iglesia Votiva, o Votivkirche, que se considera la segunda atracción turístico-religiosa de Viena por detrás sólo de la Catedral de San Esteban y que está ubicada en las proximidades de la Universidad de Viena.

Se trata de un templo edificado como voto de agradecimiento por la recuperación del Káiser Francisco José I (posterior esposo de la Emperatriz Sissi), que sufrió un atentado a la edad de 18 años. Lamentablemente, la iglesia se encontraba en obras durante los días de nuestra visita, así que sólo tuvimos ocasión de fotografiar su exterior, afeado por el toldo publicitario que servía para ocultar la ejecución de las obras:



Entre la Iglesia Votiva y la Universidad de Viena encontramos el Parque Sigmund Freud que alberga un monumento dedicado al famoso psicoanalista situado en medio de un jardín tan bien cuidado como el resto de parques que tuvimos ocasión de ver durante nuestra visita a Viena:




Y de allí, hacia el Ayuntamiento de Viena, o Wiener Rathaus, cuya plaza se encontraba "ocupada" por multitud de sillas dispuestas allí para el Festival de Cine que se lleva a cabo en el lugar cada año por las mismas fechas. Aún no habíamos tenido ocasión de visitarlo, así que le dedicamos nuestros últimos momentos en la ciudad e hicimos unas cuantas fotografías de su recargada y blanca fachada, cuyas ventanas y balcones estaban engalanados con multitud de macetas de flores rojas:




Y contemplando esas flores rojas acabó nuestra visita a la Viena Imperial. Como siempre, con ganas de regresar en otra ocasión (siempre nos quedamos cortos de tiempo...) para seguir apreciando las bondades de esta ciudad centroeuropea que destila romanticismo en cada rincón y que, a buen seguro, esconde en sus edificios y en sus calles muchas otras historias de príncipes y princesas que merecería la pena conocer.