Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







miércoles, 1 de junio de 2011

Heidi

Lo reconozco: yo también he sucumbido al embrujo del "manga". Y sin ser consciente, que es lo más grave. Fue hace unos años (tampoco muchos) cuando mi hermano pequeño me aleccionó en el asunto y me explicó que series infantiles de los años '70 como Heidi o Marco fueron las primeras manifestaciones del multitudinario fenómeno "manga" de hoy en día, el mismo que cada otoño reúne en La Farga de L'Hospitalet a miles de personas en busca de algo (no sé muy bien qué) en relación a este género literario, artístico y cinematográfico.

Y es que si hubo una serie de dibujos animados que marcó mi infancia desde bien pequeña esa fue, sin lugar a dudas, Heidi. Sí, yo fui una de aquellas niñas que esperábamos con impaciencia nuestra parcela de televisión de cada sábado, entre el Telediario de "La 1" (la única cadena que existía entonces) y la película de la tarde (generalmente del oeste), para recrearnos con las aventuras de una niña que vivía en una montaña de los Alpes con su abuelo y que contaba entre sus amigos con una niña ciega, un pequeño cabrero llamado Pedro y un puñado de cabras. Y fue entonces cuando quise dormir en un colchón de paja, cuando odié a la "señorita Rotenmeyer", cuando lloré con la milagrosa curación de Clara que por fin pudo caminar, y cuando me creí a pies juntillas que los pequeños panecillos de pan de Viena, redondos y tiernos, que mi madre me compraba en la panadería del barrio eran los mismísimos panecillos de Heidi.

Tanto me marcó esta serie que guardo fotografías familiares de mi niñez en las que aparezco con el cuento de Heidi en las manos. Y no sólo eso sino que atesoro entre mis objetos de recuerdo una colección de discos de vinilo pequeños (los famosos "singles") que me regaló un amigo de mi hermano mayor y en los que se narra la serie, como si fuera una radionovela de las de la época...


...y también guardo otro disco con la banda sonora de la serie que en el reverso de su funda lleva escrita la letra de las canciones ("Abuelito dime tú" y "Oye") para que las fans incondicionales de la serie pudiéramos aprendernoslas:




Pero hay más... mi hermano pequeño, con ocasión de un viaje que hizo a Japón hace un par de años, recordó mi obsesión por la niña de los Alpes y me trajo de tierras niponas un "colgantito" decorativo para el móvil con la figura de Heidi...



...y un diaporama (creo que se llama así) donde se recrea la típica escena de la serie en la que niña y abuelo comen al calor de la lumbre en compañía de Niebla...


Obviamente, ambos detalles forman parte de los objetos de culto que decoran las estanterías de mi biblioteca y que aún no han sucumbido al interés de Martín. De hecho, ni la propia serie (que también guardo en formato DVD) ha llamado su atención. Claro que las posibilidades de elección de los niños de hoy en día en cuanto a consumo televisivo se han multiplicado hasta límites ni siquiera intuidos en los años '70.

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