Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







martes, 31 de mayo de 2011

Vals vienés

De un tiempo a esta parte he conseguido que Carlos deje a un lado sus reticencias a viajar al extranjero. Hasta ahora era de los que pensaban que no se puede conocer lo ajeno sin antes conocer lo propio y en parte entiendo su posición porque en España hay multitud de sitios que bien merecen una escapada. Por contra, yo siempre he sido de las que piensan que ese tipo de salidas que están más al alcance de la mano, es mejor proyectarlas para un futuro más o menos lejano, por ejemplo dentro de las promociones del Imserso, cuando las piernas y las fuerzas nos pongan más límites (si para entonces sigue existiendo el Imserso, claro está...). 

Dentro de esta dinámica por fin consensuada, el año pasado, y sin pensárnoslo demasiado, nos enrolamos en un viaje organizado de 10 dias gracias al cual pudimos conocer parte de Centroeuropa. Hasta entonces, todas nuestras salidas se limitaban a conocer una ciudad concreta durante algo menos de una semana, pero nuestras limitaciones con el inglés (aprenderlo es mi perpetuo propósito cada nuevo año) hicieron que nos decantáramos por acudir a una agencia. Y así fue como contratamos un viaje de 10 dias gracias al cual pudimos conocer parte de las maravillas que esconden ciudades como Viena o Praga.
Viena fue la primera ciudad que visitamos y lo hicimos de la mano de Peter Scheiber, un guía local vienés rubiales y particularmente simpático, que nos explicó multitud de anécdotas de palacio y consiguió convertir las a veces pesadas visitas turísticas en un paseo entre amigos:



Por si alguien tiene previsto viajar a la capital austríaca y quiere disfrutar de su vasto conocimiento de los entresijos de la corte, dejo aquí el enlace a su web http://www.wienguide.net/es/guialocalviena.php .

Nuestro periplo vienés tuvo como primera parada el Palacio Schöbrunn, edificio que fue en su día la sede de gobierno más conocida de los Habsburgo y que años más tarde fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Sus preciosos jardines, lujosos aposentos y magníficas y enormes instalaciones consiguen trasladar al visitante al momento de mayor esplendor de la monarquía austríaca. Durante la visita, Peter nos contó multitud de anécdotas de la reina Mª Teresa y su corte, historias que desde aquí dejo en incógnito para no restar emoción a la visita de futuros turistas.

Dejando aparte las curiosidades del lugar, el Palacio Schöbrunn se presentó ante nosotros con todo su esplendor y dimensión, tal y como se muestra a través de estas fotografías de su imponente fachada...



...sus detalles ornamentales...



...y sus imponentes jardines, presididos desde lo alto por un gran arco de triunfo...


Pero el Palacio Schöbrunn no fue el único edificio regio que tuvimos ocasión de contemplar. Dentro de la visita panorámica a la ciudad de Viena que teníamos incluida en nuestro viaje, nos llevaron a visitar otro palacio de magnífica factura: el Palacio Belvedere. Bien... realmente no se trata de un palacio sino de dos, Belvedere Superior y Belvedere Inferior, dispuestos a diferentes alturas y unidos a través de amplios jardines de estilo francés, que fueron construidos como residencia de verano de los monarcas.

El Palacio Belvedere Superior se encontraba en obras y el estanque que lo preside estaba vacío, de ahí que no pudiéramos tomar la típica fotografía turística del edificio reflejado en el agua. En cualquier caso, y pese a las obras, queda claro lo monumental del mismo, no sólo desde la misma entrada forjada en hierro y custodiada por leones:



...sino también en la perspectiva general de toda su fachada...




...en los detalles de su construcción...


...y en los amplios y cuidados jardines que circundan todo el complejo Belvedere:




A parte de las magníficas vistas que se pueden contemplar desde allí, en el interior del Palacio Belvedere se puede apreciar una impresionante colección de pinturas que, entre otras, muestra la conocida obra de Gustav Klim El Beso y que, obviamente, no vimos porque en aras a la "paz familiar" casi siempre descartamos las visitas a museos en nuestros viajes.

Pero los Jardines Belvedere nos guardaban otra "atracción turística": según la tradición, el que quiera regresar a Viena debe tocar el seno de una de las esfinges que decoran el jardín. Como aventajados alumnos cumplimos con el ritual por aquello de favorecer nuestra vuelta a la ciudad blanca, no sin antes dejar constancia del deterioro que sufre la estatua gracias a la intención de otros miles y miles de turistas de hacer lo mismo:






Por la tarde, iniciamos nuestro periplo turístico ante la imponente fachada del Parlamento austriaco...



...para continuar visitando el Palacio Imperial de Hofburg, el castillo más grande de la ciudad de Viena, tan espectacular como el resto de edificios que habíamos ido conociendo...






...y que alberga en su interior el museo dedicado a la Emperatriz Isabel de Wittelsbach, más conocida como "Sissi", cuya presencia se evidencia en cada una de las estancias de palacio, por no decir en toda Viena...




Salimos del Palacio Hofburg después de adentrarnos tímidamente en la nostálgica vida de Sissi y continuamos caminando por las inmediaciones del palacio hasta llegar al monumento dedicado a otra de las relevantes mujeres de la historia austriaca, la Reina Mª Teresa, escultura de bronce cuya pose evidencia por sí sola el poder de la soberana:





Desde allí continuamos hacia los jardines Burggarten, adyacentes al Palacio Hofburg, donde está ubicado el monumento dedicado a Mozart en un entorno especialmente bien cuidado y respetado:



A unos minutos de allí encontramos el edificio del Teatro de la Ópera. Peter nos ofreció la posibilidad de realizar una excursión para conocer el interior del edificio y acudir a una representación operística, pero descartamos la invitación por temor al aburrimiento de Martín y nos contentamos con echar un vistazo a su exterior...



Cerca del edificio de la Ópera disfrutamos de uno de los momentos más placenteros de nuestra visita a Viena: en la terraza del céntrico, lujoso y reconocido Hotel Sacher, a la sombra de un toldo, viendo pasar la gente por una de las calles más comerciales del centro de Viena, nos tomamos un exquisito capuccino acompañado de un pedacito de la tradicional tarta sacher... La fotografía no le hace justicia porque tengo que decir que estaba realmente ¡espectacular!...



...tanto es así, que decidí poner la fotografía de la tarta sacher como cabecera de este blog, por certificar de forma gráfica lo que puede ser uno de los dulces y agradables momentos con los que, a veces, te obsequia la vida:


El resto de la tarde, antes de regresar a nuestro hotel en busca del merecido descanso, la pasamos callejeando, mirando escaparates y deleitándonos con el ambiente musical que se respira por toda Viena, en especial Martín, que tiene verdadera obsesión por los músicos callejeros y que no perdió detalle de la actuación de un grupo de intérpretes que hacía música con objetos tan inverosímiles como un serrucho:



Nuestro segundo día en Viena amaneció particularmente nublado. Peter ya nos lo había advertido: ni siquiera en agosto puede estar uno seguro del reinado del sol más allá de unas horas. Pero ni el frío ni las nubes amenazantes cargadas de agua nos desmotivaron para aceptar la sugerencia de nuestro guía, por lo que nos dispusimos a disfrutar de un pequeño crucero turístico por el Danubio con interesantes visitas incluidas.

Desde Viena hicimos un corto recorrido en autocar que en algo menos de una hora nos llevó a la "coqueta" ciudad de Dürnstein, situada en la Baja Austria, en la zona de Wachau. A lo largo de un pequeño paseo, bajo la incipiente lluvia, descubrimos la arquitectura de la zona...





...nos paseamos por las típicas tiendas de souvenirs...



...y fotografiamos sitios y detalles pintorescos como esta curiosa forma de dar entrada a una zapatería, que recuerda la vestimenta de los personajes de los cuentos clásicos...


...o este colorido souvenir que llamó la atención de Martín y que, pese a que pueda parecer lo contrario, ¡eran lápices de colores de verdad!...


Finalizada nuestra excursión por Dürnstein, nos embarcamos en el pequeño barco turístico que nos permitiría surcar las aguas del Danubio. Lo primero que podemos certificar es que el Danubio sólo es azul en el título del famoso vals de Strauss. Por contra, en su realidad más empírica, el río viste un color entre verdoso y chocolateado que le resta parte de su romanticismo, tal y como pudimos comprobar desde la cubierta del barco...





Desde el barco, a lo lejos, en lo alto de las colinas de viñedos que circundan la ciudad, descubrimos las ruinas del Castillo de Dürnstein en el cual el Rey de Inglaterra, Ricardo I "Corazón de León", fue encerrado durante más de un año tras ser apresado acusado de traición:




Finalizado el pequeño crucero, nuestro autocar nos esperaba para llevarnos hasta Melk, donde teníamos previsto visitar la abadía del mismo nombre, y cuya impresionante biblioteca fue fuente de inspiración para Umberto Eco a la hora de escribir su famosa novela El nombre de la rosa. A esta visita, y en especial a la biblioteca de la abadía, ya dediqué una entrada en este blog semanas atrás y a ella me remito ahora en aras a evitar duplicidades en la explicación (El nombre de la rosa). Quizá solo cabe añadir aquí las fotografías del exterior de la abadía, a la que se accede a través de un arco que da a un patio presidido por la artística torre del reloj...




...del interior de la iglesia, profusamente decorada con pinturas en un perfecto estado de conservación...




...y de las vistas de un Danubio poco azulado bajo la niebla que empezaba a caer a mediodía...



...niebla que nos dió una tregua de media hora para comer -en el jardín de un establecimiento cercano- el picnic que nos habían preparado en nuestro hotel...


La tarde, a pesar del mal tiempo, fue de Martín. Normalmente siempre dedicamos parte del tiempo de nuestros viajes a alguna actividad lúdica que represente un esparcimiento para el niño: un parque de atracciones, una tarde en la bolera, una excursión diferente... y es que tratamos de que el recuerdo que él guarde de los viajes sea algo más que la visita a monumentos.

En esta ocasión la actividad "divertida" tuvo lugar en el Prater, el mayor y más conocido parque de atracciones vienés donde se ubica la famosa Wiener Riesenrad, la Noria Gigante de Viena, que supera los 60 metros de altura y que gira lentamente ofreciendo un viaje digno de recuerdo.

Desde luego, el aparato en cuestión es enorme visto tanto desde lejos...


...como desde una perspectiva más cercana...


...sobre todo teniendo en cuenta que cada una de sus cestas o cabinas tiene capacidad para varias personas y que desde su punto más elevado ofrece unas de las mejores vistas de la ciudad de Viena...



...y del propio parque de atracciones, cuyos visitantes, cuales hormigas, tan sólo se intuyen desde las alturas:



El único problema que le encontré a este parque de atracciones fueron sus dimensiones: con más de 250 atracciones de los más diversos temas y estilos Martín tenía demasiadas "tentaciones" en las que "invertir" el dinero, tanto es así que tuvimos que consensuar un límite de gasto y, lo que no era menos importante, una hora prudente a la que regresar al hotel después de un ajetreado día de turismo.

El tercer día de nuestra aventura vienesa se inició con la visita a la Catedral de San Esteban, o Stephansdom, ubicada en el centro neurálgico de la ciudad y símbolo religioso más importante de la ciudad de Viena. Sus dimensiones no nos permitieron obtener una fotografía de conjunto, pero en los exteriores del templo tuvimos ocasión de apreciar los detalles de su arquitectura gracias a una maqueta de bronce situada en su fachada posterior. En esta réplica del monumento se aprecia la impresionante torre en forma de aguja, llamada coloquialmente "Steffi", que con sus 137 metros de altura se divisa desde diversos puntos de la ciudad, y a la cual se puede subir después de sortear los más de 300 escalones de su angosta escalera de caracol:



Y es que esto es lo que tiene la dura vida de turista, que tras ascensiones duras como las de la Catedral de San Esteban, se obtienen recompensas en forma de magníficas vistas como éstas, en las que se aprecia todo el esplendor de la ciudad...



...y en particular el Tejado de los Azulejos, situado en la parte posterior de la catedral y formado por más de 250.000 azulejos colocados en forma de grecas:



Pero no todo fueron vistas desde las alturas... también visitamos el interior del templo, que alberga las sepulturas de gran parte de los miembros de la familia de los Habsburgo y que fue el lugar donde Mozart contrajo matrimonio y donde posteriormente se llevó a cabo su funeral...


...y el púlpito exterior dedicado a San Giovanni da Capestrano, considerado el "Santo de Europa":


Después de visitar la Stephansdom eran ya pocas las horas que nos quedaban para acabar de disfrutar Viena antes de emprender camino hacia Praga, nuestro siguiente destino vacacional. Por eso, sin mayor dilación, dirigimos nuestros pasos hacia la Karlskirche, o Iglesia de San Carlos Borromeo, a la que acudimos por dos motivos principales: el primero, por ser la iglesia barroca más famosa de Viena y el segundo porque Carlos quería ver "su" iglesia (es decir, la iglesia del santo por el cual lleva el nombre.

La Karlskirche combina diferentes estilos: la fachada central representa un pórtico griego, las columnas situadas a ambos lados de la entrada son de inspiración barroca y sobre la entrada domina una gigantesca cúpula:


En la fachada del templo destacan  las dos columnas que se alzan por encima de la propia altura del edificio y que, inspiradas en la Columna Trajana de Roma, presentan una decoración con relieves en espiral que recogen escenas de la vida de San Carlos Borromeo y que, en particular, se dedican a la constancia (columna de la izquierda) y al valor (columna de la derecha):


El interior de la iglesia está profusamente decorado con motivos barrocos...


...si bien lo que más llamó nuestra atención fueron los frescos en los que se representa a la Virgen María amamantando al niño Jesús (¡hasta ahora nunca habíamos visto a las imágenes en esta pose!):



Tras nuestra corta visita (el tiempo apremiaba y no daba para más), dejamos atrás la Iglesia de San Carlos Borromeo y nos encaminamos hacia la Iglesia Votiva, o Votivkirche, que se considera la segunda atracción turístico-religiosa de Viena por detrás sólo de la Catedral de San Esteban y que está ubicada en las proximidades de la Universidad de Viena.

Se trata de un templo edificado como voto de agradecimiento por la recuperación del Káiser Francisco José I (posterior esposo de la Emperatriz Sissi), que sufrió un atentado a la edad de 18 años. Lamentablemente, la iglesia se encontraba en obras durante los días de nuestra visita, así que sólo tuvimos ocasión de fotografiar su exterior, afeado por el toldo publicitario que servía para ocultar la ejecución de las obras:



Entre la Iglesia Votiva y la Universidad de Viena encontramos el Parque Sigmund Freud que alberga un monumento dedicado al famoso psicoanalista situado en medio de un jardín tan bien cuidado como el resto de parques que tuvimos ocasión de ver durante nuestra visita a Viena:




Y de allí, hacia el Ayuntamiento de Viena, o Wiener Rathaus, cuya plaza se encontraba "ocupada" por multitud de sillas dispuestas allí para el Festival de Cine que se lleva a cabo en el lugar cada año por las mismas fechas. Aún no habíamos tenido ocasión de visitarlo, así que le dedicamos nuestros últimos momentos en la ciudad e hicimos unas cuantas fotografías de su recargada y blanca fachada, cuyas ventanas y balcones estaban engalanados con multitud de macetas de flores rojas:




Y contemplando esas flores rojas acabó nuestra visita a la Viena Imperial. Como siempre, con ganas de regresar en otra ocasión (siempre nos quedamos cortos de tiempo...) para seguir apreciando las bondades de esta ciudad centroeuropea que destila romanticismo en cada rincón y que, a buen seguro, esconde en sus edificios y en sus calles muchas otras historias de príncipes y princesas que merecería la pena conocer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario