Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







lunes, 12 de diciembre de 2011

Halloween 2011


Como seguramente recordará quien habitualmente lea este blog, la etapa educativa de Martín (y la de tantos otros niños de su edad) viene marcada plenamente por la tan traida y tan llevada teoría de la interacción, acertado e intelectual vocablo con el que desde la escuela quieren hacernos partícipes a los padres de las tareas manuales de los hijos. Resumiendo: cuando llega cualquier fecha significativa somos los padres, en escueta colaboración con los hijos, quienes debemos mostrar todas nuestras habilidades en el complejo mundo de los trabajos manuales.

Y como no podía ser menos, este año también nos tocó sacar partido de nuestras neuronas para idear la manualidad conmemorativa de Halloween, trabajo que debía tener como protagonista indiscutible a la castaña. Difícil papeleta la nuestra: ¿cómo idear algo original con un fruto tan simple -y tan pequeño- como una castaña?. A las puertas del colegio fueron muchos los padres y madres que enseguida pensaron en salvar la papeleta fabricando un muñeco a base de castañas, pero nosotros queríamos ser algo más originales e innovadores y optamos por hacer un móvil donde cada una de las castañas fuera, en sí misma, un personaje.



El primer problema que se nos planteó fue el del transporte y posterior exposición del "artefacto" en cuestión. Necesitábamos idear la forma en la que el móvil pudiera estar expuesto durante unos días en su correcta posición, es decir, colgado, y a la vez era imprescindible facilitar su transporte hasta el colegio porque era Martín quien tenía que llevarlo. Con estas premisas, y gracias a la pericia de Carlos y a la infraestructura de su taller, logramos fabricar una base de madera maciza con ruedas de la cual surgía una especie de mástil vertical sobre el que colgar el móvil.

Sorteado ese pequeño escollo, nos pusimos manos a la obra y, entre telas, pegamentos, gomets y rotuladores, nos pasamos la tarde del domingo disfrazando castañas de los más diversos personajes acordes con la festividad de que se trataba: brujas, murciélagos, arañas, gatos negros, calabazas, fantasmas y vampiros.

Y éste fue el resultado final, en vista panorámica:


...y en detalle:


Afortunadamente -y aunque sólo fuera como justa reciprocidad por el tiempo invertido- recibimos las felicitaciones del profesorado del centro. Ni que decir tiene que eso ya compensó con creces nuestra dedicación a la manualidad aunque, para ser sinceros, cada vez nos gusta más esa especie de sana competición que se establece ante cada nuevo reto escolar. Es como si, por unos momentos, dejáramos a un lado nuestros 40 años bien cumplidos y volviéramos a ser los niños que fuimos.

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