Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







jueves, 17 de febrero de 2011

Cosas de niños

Hoy hace lo que se dice un día de perros, uno de esos días de cielo plomizo abundante en  agua en el que más de un desprevenido sin paraguas acaba empapado hasta los huesos. Desde la salvaguarda de mi techo cerrado veo pasar tras los cristales a la gente cubierta por variopintas e improvisadas vestimentas, buscando el refugio de alguna cornisa en un legítimo afán por no acabar como los peces en una pecera.
La verdad es que hoy es uno de esos días en los que apetece quedarse en casa, viendo la lluvia tras los cristales, desde el sofá, con una buena película en la tele (aunque esto sea verdaderamente difícil), tomando una taza de café acompañada de un pedacito de bizcocho y haciendo punto de cruz. Si no fuera por las servidumbres que tiene la nómina, por la necesaria dedicación a los deberes de Martín y por esa faceta de ocupación no remunerada que tiene la casa, esa sería, sin duda, mi mejor propuesta para esta tarde. Claro que para eso quizá ya tendría que estar jubilada y, tal y como están las cosas, “largo me lo fiáis, Don Juan”, como se diría en el Tenorio.
Mi dedicación al punto de cruz siempre se ha visto perjudicada por la escasez de tiempo y siempre se ha desarrollado con altibajos. Con frecuencia, mis trabajos son el fruto de pequeños ratos de ocio, la mayoría nocturnos, hurtados con premeditación y alevosía al resto de mis quehaceres domésticos y familiares. Cierto es que he tenido unas etapas más prolíficas que otras, como cuando Martín era más pequeño y aún no se había adentrado en la dura vida de estudiante. De esta época -ya tan lejana- son, por ejemplo, los cuadros que adornan los pocos espacios libres de las paredes de su habitación: un natalicio protagonizado por los dibujos animados de Disney y un cuadro con un gran oso, tierno y protector.
Este es el natalicio. Elegí este modelo porque me pareció muy completo (tenía hueco para poner no sólo el nombre del niño y su fecha de nacimiento sino también su peso y su medida) y muy adecuado gracias a sus protagonistas, los entrañables dibujos Disney. Un detalle: el niño nació en 2002 y yo lo bordé en 2005 con lo cual huelga cualquier otro comentario respecto a la escasez de tiempo.

El cuadro del oso fue ideado con una finalidad distinta a la que ahora tiene. Dadas las dimensiones y la foma del dibujo, grande y alargado, mi idea inicial era bordarlo para una funda de alhomada que hiciera las veces de tope para que Martín no se cayera de la cama. Sin embargo, al final descarté la idea de la almohada pensando en el trote que llevaría y acabé transformando el bordado en un cuadro que ahora se ha convertido en un ideal cabezal de cama. No os podéis imaginar la cantidad de horas de trabajo invertidas en el dichoso oso y la cantidad de madejas de hilo marrón utilizadas. ¡Desde entonces creo que le tengo fobia a ese color!.

Pero también he bordado cosas para otros niños. Por ejemplo, a Ariadna, una amiguita del cole de Martín, le regalamos por su 5º cumpleaños un pequeño cuadro para su cuarto en tonos rosa y con Minnie como protagonista. De nuevo, un dibujo Disney en un cuadro infantil; sin duda, la combinación perfecta.


Desde luego, este tipo de cuadros resultan de lo más agradecidos, sobre todo por el cariño que tienes hacia aquellos a los que van dirigidos. Sin embargo, con la perspectiva que da el tiempo, acabas por darte cuenta de que, irremediablemente, el día menos pensado el fruto de tu trabajo se convertirá en un mero recuerdo y pasará a ser sustituido por el póster de algún ídolo de moda. Sólo confío en que ese momento tarde mucho en llegar...

1 comentario:

  1. hola me gustaria hacer el cuadro con los personajes disney, como has conseguido el patron? gracias

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