Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







jueves, 3 de febrero de 2011

De dulces y bizcochos

¡Hola de nuevo!

Definitivamente, esto del blog engancha. Sólo hace una semana que me inicié en esta aventura virtual y hoy ya me he visto en una tienda cercana comprando una pequeña libreta en la que anotar las diferentes ideas que se me van ocurriendo a lo largo del día para no olvidarlas antes de plasmarlas en esta pizarra. Y es que, como dice mi padre, "no me para la cabeza".

Pues bien, pensaba yo esta mañana en la taza de café de anoche y me preguntaba a mí misma ¿qué es un buen café sin un buen bizcocho?. Desde luego, para mí es el "matrimonio perfecto". Ni galletas, ni pastas de té, ni delicatessen: donde esté un dulce, suave y esponjoso bizcocho para acompañar una humeante taza de café que se quite todo lo demás.

Esta digna combinación también la hemos disfrutado en nuestros últimos viajes. Sin ir más lejos, en nuestro viaje a Lisboa del pasado mes de diciembre tuvimos ocasión de probar los afamados "Pastéis de Belem", una especialidad típica de la repostería portuguesa (concretamente lisboeta), cuya receta secreta consiste en una base de hojaldre rellena de crema que se sirve espolvoreada con azúzar glacé y canela y que, generalmente, se toma caliente.





Sinceramente, he probado cosas mejores, pero si váis a Lisboa (y a pesar de la cola que tendréis que hacer) no dejéis de probarlos porque, siguiendo el manual del perfecto turista, es de esas típicas y tópicas cosas que uno tiene que hacer cuando visita un lugar por primera vez.

Sin embargo, los pasteles de Belém no son la única especialidad dulce de la capital del fado. De hecho, la ciudad está llena de pastelerías y cafeterías en las que degustar de los más variados dulces y pasteles. La Pastelería Suiza y el Café Nicola son dignos ejemplos que, además, comparten escenario al estar ambos situados en la céntrica Praça do Rossio (el uno casi frente al otro).




Nosotros optamos por la Pastelería Suiza para merendar por ser, sin duda, la mayor muestra de repostería, dulces y pasteles que hayamos visto hasta ahora: una sola de sus dos inacabables vitrinas tiene más productos que cualquiera de las pastelerías que acostumbramos a ver por aquí. Nuestra consumición fueron unos cafés (¡cómo no!) y un zumo para el "peque"acompañado todo ello de una variedad de coloridas tartas de las cuales la de chocolate fue, con diferencia, la más aclamada:




Lo cierto es que si antes no acababa de entender la nostalgia de los fados portugueses, desde entonces aún la entiendo menos porque ¿no se os alegra el alma sólo con mirar tanta "dulzura"?.

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