Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







jueves, 3 de febrero de 2011

¿Un café?

Buenas noches...

A estas horas, cuando ya he cerrado mi chiringuito particular (es decir, la cocina, la mesa de trabajo, el móvil...), cuando el niño ya está en brazos de Morfeo desde hace un rato y cuando ya no sé si hoy es hoy o ya es mañana... ¡me apetece un café!. Un Nespresso, concretamente, y para ser más exactos un "Nespresso capriccio". Ya sé que no vendrá George Clooney a servírmelo en bandeja pero ¡qué le vamos a hacer!: compensaré la carencia con un trozo del bizcocho de naranja, todavía tibio, que he preparado mientras hacía la cena. No es lo mismo pero endulza igual...

Me gusta el café (el café con leche y dos cucharadas de azúcar -aunque la mayor parte de las veces es sacarina-) y tanto es así que en nuestros últimos viajes siempre hemos tenido ocasión de tomar algún café típico bien por su nombre, bien por su procedencia o, simplemente, por su fama. Las pasadas Navidades, sin ir más lejos, durante nuestro viaje relámpago a Lisboa, pudimos saborear un concentrado café en "A Brasileira", típico y turístico lugar de la capital lisboeta que debe su fama a uno de sus más insignies clientes, Fernando Pessoa, quien sigue omnipresente en el lugar gracias a la estatua de bronce que en su honor está situada en misma terraza del local.




Sin duda, un buen café que hace honor a su fama, y altamente recomendable aunque sea sólo como excusa para volver a la melancólica capital del fado.

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