Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







lunes, 21 de febrero de 2011

Hora de comer

Aprovechando que es hora de comer y que a estas horas el estómago ya empieza a manifestar su existencia, he pensado en hacer un "paseo" por la gastronomía italiana de la cual tuvimos ocasión de disfrutar durante nuestras vacaciones romanas de hace un par de veranos. La verdad es que, ahora que lo pienso, últimamente muchos de mis comentarios tienen su origen en el tema de la alimentación o bien se relacionan directa o indirectamente con ella. Quizá es que con frecuencia me paseo por el blog de mi amiga Sonia, una entusiasta de la cocina que publica sus recetas en Mar Dulce y que muestra verdadera pasión ante cada nuevo descubrimiento culinario. Doy fe de que sus avances son fantásticos, toda vez que me recuerdan que no debería posponer por mucho mas tiempo mi propio reciclaje en materia de fogones.

Volviendo a la cocina italiana... en Roma tuvimos ocasión de visitar el famoso mercado al aire libre que se establece por las mañanas en la Piazza dei Campo de Fiori, un punto de encuentro popular lleno de vida.  En sus puestos, cubiertos por enomes toldos de tela blanca, los comerciantes muestran perfectamente ordenados sus coloridos productos (frutas y verduras frescas, pasta de múltiples tipos, especias...) convirtiéndose en un reclamo turístico mayor incluso que la propia estatua de Giordano Bruno que preside el centro de la plaza.


Como muestra, este puesto de frutas frescas lleno de colorido:



...colorido y vistosidad que se confirman en este otro puesto de tomates:



Y si lo que queremos es algo típicamente italiano, no podemos prescindir de la pasta, en sus diferentes versiones y siempre acompañada de las más variadas salsas y especias:


El caracter enimentemente turístico del lugar se confirma en los restaurantes del entorno. Este es el reclamo de uno de ellos, expuesto en la entrada del local:


Desde luego, viendo esto ¿quién -sin haber comido- podría resistirse ahora a un buen plato de pasta fresca?. O mejor aún, ¿quién no querría estar disfrutando a estas horas, in situ, de la fantástica gastronomía italiana?. Yo, sin lugar a dudas, me dejaría tentar de nuevo por la ciudad del Tíber y quién sabe si a no mucho tardar volvemos a pasear por el "Campo de las flores"...

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