Este blog es mi particular baúl de recuerdos, una hucha de momentos que me enriquece y me hace sentir que la vida es para vivirla sin prisa pero sin pausa...







viernes, 11 de febrero de 2011

Un aire rural

He decidido concederme un respiro y hacer un kit-kat de una hora antes de ir al "cole" a recoger a Martín y sus deberes. Sí, ya sé que tengo una lavadora de ropa para tender, la lista de la compra a medias y muchas otras tareas más tediéndome sus brazos para que las ejecute a la mayor brevedad pero... ¡pufff! Necesitaba parar un rato, así que me he preparado una taza de humeante café y he encendido el ordenador. Como banda sonora, el murmullo del agua de la pecera: no necesito más.

Me apetecía retomar el blog, aparcado desde hace dos días por falta de tiempo. Ya lo decían ayer en el programa de la "tele" dedicado a los anuncios: cuando nos hacemos mayores el tiempo va más deprisa... ¡y es verdad!. Tengo la sensación de que me faltan un par de horas al día para acabar de cuadrarlo todo o, al menos, para encajar las obligaciones y las devociones, los deberes y los placeres, con el tiempo material disponible para llevarlos a cabo. En fin, que me desvío del tema...

Hoy le daremos un aire rural al blog y retomaremos el tema de los trabajos del abuelo porque creo no va nada mal cambiar de aires de tanto en tanto. Y cuando hablo de "rural" no me estoy refiriendo al abuelo, que lleva ya tres cuartas partes de su vida en la ciudad, sino al aire que le ha implantado a gran parte de sus trabajos. Supongo que es como su blog particular, como una manera de dejar constancia de parte de sus recuerdos, indiscutiblemente ligados a los primeros años de su vida en su Galicia natal y a los trabajos del campo del que todos, niños y mayores, eran partícipes en aquél entonces.

Una de sus primeras maquetas fue la del típico carro destinado a las labores de labranza que solía ir tirado por dos animales (en Galicia, generalmente eran vacas). Como se puede observar, no le falta detalle puesto que se completa con el pertinente yugo, un arado y un rastrillo.




La verdad es que cada vez que veo esta fotografía recuerdo mis tiempos de niña, cuando íbamos de vacaciones al pueblo y mis padres ayudaban de las tareas del campo en casa de mis abuelos. Aún tengo metido en la cabeza el sonido del chirriar de las ruedas del carro cargado entrando en el patio. ¡Qué tiempos aquéllos!

Capítulo aparte merecen los hórreos, construcciones típicamente rurales donde se almacenaba parte de la cosecha de cereales o el producto de la matanza, que se instalaban en las proximidades de la casa a modo de granero y que se construían en madera o piedra elevándolos del suelo mediante pilares. En Galicia todavía hay muchas casas de campo que conservan y siguen utilizando sus hórreos. Muchos de ellos se consideran patrimonio popular y se protegen favoreciendo la concesión de subvenciones para su rehabilitación y mantenimiento.

Éste es el particular hórreo del abuelo, hecho con pequeñas piezas de madera maciza, apoyado sobre pilares de mármol (auténtico), con cientos pequeñas tejas pegadas una a una para formar el tejado y con luz interior. La verdad es que creo que si en los tiempos de mi padre, siendo niño, hubieran existido los "Playmobil", habría disfrutado como un enano.



Y como mi padre siempre ha gustado de llevarse bien con los vecinos y por aquello de que "gallegos y asturianos, primos hermanos", este es el guiño del abuelo hacia sus vecinos del Cantábrico: un hórreo asturiano, con los mismos detalles de acabado que el primero.




Como se puede comprobar a través de las imágenes, ambos hórreos difieren entre sí en algunos detalles: la planta, que en el hórreo asturiano es más cuadrada (tipo cubo) y en el gallego es alargada; el tejado, que en el hórreo asturiano es a cuatro aguas mientras que en el hórreo gallego lo es sólo a dos; y su tamaño, considerablemente más grande en el asturiano y que permite, incluso, poder dejar bajo su base, entre sus pilares y a resguardo de la lluvia, el carro, el arado o la leña recogida para el invierno.

La última de las maquetas del abuelo de temática rural es un palomar de forma cilíndrica, cubierto por un tejado fabricado con pequeñas tejas y con iluminación interior, como el resto de trabajos. Tiene forma de silo para guardar el grano y, por cierto, el cilindro central también es de madera (tablero de DM) curvado hasta obtener la forma definitiva:




Como será fácilmente deducible, tanta actividad maqueteril plantea un problema de espacio evidente que sólo se puede solventar con el socorrido recurso al piso del pueblo, piso que dispone de un pequeño trastero en el que -de momento- coge todo. Es una especie de museo que el abuelo ha prometido ceder a Martín cuando él falte y que el niño ya asume como propio, como si fuera una especie de legado de quien él más venera.

De los "tesoros" que en él se esconden hablaremos otro día...

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